Historia antigua

Cruzados en Túnez

Cruzados en Túnez

Lo cierto es que el Imperio francés, enteramente pacificado, constituye, a pesar de sus deficiencias y de sus imperfecciones, un éxito magnífico del que podemos estar justificadamente orgullosos y no nos privamos de él. Saludamos, en particular, la lealtad de los territorios de ultramar durante la guerra de 1914-1918, tan larga, tan difícil y tan mortífera; elogiamos la importante ayuda que luego llevaron a la metrópoli en peligro; exaltamos el valor guerrero de sus hijos que, en esta gran prueba, mezclaron su sangre con la nuestra; en una palabra, damos rienda suelta a la elocuencia latina.
En 1930 celebramos a bombo y platillo, en presencia del Presidente de la República, el centenario del desembarco de Sidi-Ferruch y de la toma de Argel. Recordamos los esplendores de la primera Iglesia cristiana en el norte de África, de la que san Agustín, bereber de la región de Souk-Ahras, a las puertas de Túnez, es el representante más eminente.
Al mismo tiempo, se celebró solemnemente en Cartago un Congreso Eucarístico Mundial, con gran irritación de muchos tunecinos. Habib Bourguiba, actual Presidente de la República de Túnez, diría a este respecto algunos años más tarde:“El Congreso Eucarístico de Cartago estuvo en parte en el origen de mi lucha por la independencia. Vi allí a europeos, disfrazados de cruzados, en las calles de nuestra ciudad musulmana. »
Luego está la magnífica Exposición Colonial de 1931, en Vincennes, magistralmente organizada por el mariscal Lyautey, quien, incapaz ya de crear un mundo nuevo, satisface su pasión por la acción construyendo prestigiosos, pero palacios efímeros de estuco y materiales ligeros.
Al mismo tiempo, el renacimiento del peligro alemán volvió a hacerse más evidente. Luego vimos muchas unidades norteafricanas guarnecidas en el este
Francia, un total de 8 regimientos de escaramuzadores argelinos, 4 de escaramuzadores marroquíes, 2 de escaramuzadores tunecinos, 3 regimientos de spahis argelinos y 1 regimiento de Spahis marroquíes, es decir, cuatro divisiones completas de infantería con su artillería y servicios, y dos brigadas de spahis montadas. En cuanto al ejército colonial, está presente con fuerza en nuestro suelo, como antes de 1914. Así, el Imperio aparece como una entidad muy viva, como un todo coherente y poderoso, capaz de desalentar cualquier agresión, de ahí que se produzca, siempre que la La herramienta así forjada se utiliza con prudencia.


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