Historia antigua

Hacia el drama

Hacia el drama

Durante los días que siguieron a Dunkerque, los alemanes, sin perder un minuto, se precipitaron directamente al corazón de Francia. A mediados de junio, los ejércitos franceses eran incapaces de ofrecer una resistencia organizada y Paul Reynaud, Primer Ministro, tuvo que buscar el consentimiento del gobierno británico para pedir a los alemanes sus condiciones de armisticio. La respuesta de Churchill, recibida la tarde del 16 de junio, fue formal:"Con la condición, pero sólo con la condición de que la flota francesa sea dirigida inmediatamente a puertos británicos en espera de la apertura de negociaciones, el gobierno de Sa Majesty da su consentimiento a un paso por el gobierno francés con miras a conocer las condiciones de un armisticio para Francia. »
Consideraciones estratégicas convincentes habían dictado esta respuesta. Si Gran Bretaña y la Commonwealth querían continuar la lucha solos, tenían que hacerlo. retener el control del mar a toda costa Parecía probable que Alemania quisiera apoderarse de la flota francesa y sus poderosos y modernos barcos. No sólo los puertos del Canal y del Atlántico serían excelentes bases desde las cuales se podrían tomar acciones efectivas contra las comunicaciones marítimas británicas. , pero, además, el desalojo de la marina francesa del Mediterráneo occidental y la entrada de Italia en la guerra el 10 de junio amenazaron seriamente el transporte marítimo a Oriente Medio. Además, si el ejército italiano en Libia lograba apoderarse de Alejandría, todo eso quedaría. porque las fuerzas navales del almirante Sir Andrew Cunningham, privadas de bases seguras, debían evacuar el Mediterráneo oriental.

Otro peligro para las comunicaciones marítimas de Gran Bretaña surgiría de la posible toma de las bases francesas de Casablanca y Dakar, situadas en el flanco de la larga ruta de abastecimiento, a través de Ciudad del Cabo, de los ejércitos británicos de las regiones Medio y Oriental. Extremo Oriente y la India, una ruta que se ha vuelto vital desde que el Mediterráneo ya no era seguro. La crisis ministerial ya había alcanzado su clímax cuando Reynaud recibió la respuesta británica, pero la ocultó a sus colegas por temor a dar un argumento de peso a quienes apoyaban al mariscal Pétain en su insistencia en una negociación inmediata con los alemanes. La oferta, esa misma tarde, de una unión franco-británica, al no haber conseguido reunir a sus ministros en apoyo del Sr. Reynaud, este último dimitió.


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