En este momento en que la vieja Europa se divide en dos bandos hostiles, la tragedia que acaba de estallar en España, presagio del gran enfrentamiento, polariza convicciones y emociones, odios y entusiasmos.
Desde Durante los primeros días de la guerra civil, la República española recibió espontáneamente la ayuda de algunos extranjeros residentes al otro lado de los Pirineos o que se encontraban allí de visita:una artista británica, Felicia Brown, una austriaca, Mechter, cayeron en primer lugar en las filas del pueblo popular. milicias. Desde el 23 de julio, once alemanes, entre ellos tres mujeres, luchan en Aragón. En la primera semana de agosto, una docena de italianos, quince franceses y tres británicos, incluido el nieto de Darwin, cruzaron la frontera y se alistaron.
Como antes los alemanes Anacharis Cloots habían venido a servir a la Francia jacobina, como Lord Byron, aunque insignificante, voló en ayuda de Grecia, como Garibaldi había ofrecido su espada a Gambetta, como Jaroslaw Dombrowski había reunido a los comuneros de 1871, ellos salían del idealismo.
La ayuda prestada a las tropas de Franco Hitler y Mussolini pronto trajeron algunos centenares más:los que, raros, consiguieron huir, con el odio en el corazón, de los campos de concentración alemanes o de las prisiones italianas; los de los países de Europa Central donde prevalecen dictaduras militares; aquellos en países democráticos que intentan evitar que el fascismo se propague.
Estos primeros luchadores provienen de todos los ámbitos de la vida. Al entrevistar a voluntarios extranjeros, un periodista cuenta entre ellos a un obrero, un abogado, un tornero, un empleado de banco, un carretero... Distingue a un estudiante de Chicago, a un profesor albanés, a un médico sueco, a un metalúrgico de Billancourt... ve codearse a anarquistas y cristianos, comunistas y trotskistas, rooseveltianos y socialistas, miembros del Partido Laborista y de las ligas campesinas de los Balcanes. Como el espectro político de los milicianos españoles es casi igual de variado, los extranjeros, en lugar de agruparse por lenguas, se dispersan, al principio, en las diversas unidades que mejor corresponden a sus simpatías.
En el En España de julio-agosto de 1936, el ejército se rebeló casi en bloque. Y dado que, tanto bajo la república como bajo la monarquía, el ejército había seguido siendo la columna vertebral del Estado, su reversión debilitó profundamente la autoridad de este último.