Representación de un bisonte en la cueva española de Altamira • ISTOCKPHOTO
Era demasiado increíble para ser verdad:“La técnica del pintor de Altamira incluye los siguientes elementos:perspectiva lineal, perspectiva aérea, colores diluidos en agua o grasa, pincel. ¿Podrían los pueblos paleolíticos haber pintado estos bisontes? De ninguna manera. “No busquemos en otro arte temprano pinturas similares a las de Altamira. Esto es lo que escribieron Francisco Quiroga y Rafael Torres, profesores del Instituto Libre de Educación de Madrid, tras visitar la cueva en 1880. Como muchos investigadores, estaban convencidos de que se trataba de un engaño. Marcelino Sanz de Sautuola había desenterrado estas pinturas el año anterior, y nadie consideraba entonces que el hombre "primitivo" pudiera ser el autor. Pero durante la década de 1890, el descubrimiento de pinturas y grabados en varias cuevas de Francia obligó a los escépticos a admitir su autenticidad. Hoy en día, Altamira es una de las aportaciones más notables de España al Patrimonio de la Humanidad. En términos más generales, se trata de imágenes universales que se han convertido en emblemáticas de los primeros representantes de nuestra especie, el Homo sapiens. y artes primitivas.
Un clima más frío y húmedo
La Cueva de Altamira tiene 270 m de longitud y presenta varios ramales. En una de las salas, cerca de la entrada, se encuentra el famoso conjunto de bisontes policromados. Los distintos tramos son rectangulares, miden entre 2 y 12 m de alto y entre 6 y 20 m de ancho; todos están decorados con figuras de animales y signos dibujados o grabados. La última parte consta de un estrecho túnel de 1,50 m de alto y ancho, rico en signos y figuras, entre ellas algunas extrañas máscaras. Hace 15.500 años, al derrumbarse todo el techo de los primeros metros del vestíbulo, la cueva fue sellada y permaneció oculta hasta el día 19. siglo.
Altamira está cerca del pequeño pueblo de Santillana del Mar, en lo alto de una colina de 156 m de altura. El cerro domina un territorio de relieve suave y variado por donde discurre el río Saja. Prados cosechados, setos y pequeños grupos de árboles forman un mosaico verde salpicado de cabañas y casas, entre la costa a 5 km y las llanuras costeras a 10 km. Un paisaje totalmente diferente al del Paleolítico Superior, en la época de Altamira.
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Este periodo comienza hace 40.000 años con la llegada del Homo sapiens en Europa para terminar hace 10.000 años con el fin de las glaciaciones y la transición al periodo actual, el Holoceno. En Cantabria el clima era más frío y húmedo que hoy; en la franja costera, el paisaje se caracterizaba por una pradera salpicada de bosques según el relieve, la orientación y los ríos. La vegetación proporcionaba alimento a animales que ya no existen, como el mamut y el uro, parecido a un gran toro; otros que ahora viven en regiones muy lejanas, como los renos y los bisontes; y otros que aún viven en nuestras latitudes como el ciervo, el caballo y la cabra. El clima, el relieve, la flora y la fauna formaron un entorno apropiado para estos grupos humanos que se alimentaban de la caza, la pesca y la recolección de plantas.
Arte en la oscuridad
El vestíbulo de la cueva, cerca de la entrada, estuvo habitado durante gran parte del Paleolítico superior, y los grupos que se asentaron allí tallaron, dibujaron y pintaron animales y signos a medida que avanzaban hacia el interior de la cueva. A lo largo de este tiempo, estas comunidades tallaron y utilizaron objetos de pedernal, hueso y cuerno idénticos a los empleados en toda Europa, con algunas creaciones locales más, como las escápulas de ciervos con figuras de ciervos talladas realizadas en el Magdaleniense.
Hace más de 35.000 años, un ser humano se sumergió en la penumbra con ocre y agua y, con los dedos, trazó varias curvas paralelas formando un cartel de 60 cm en el techo de la policromía, varios miles de años antes que las manos de otros hombres. pintó el bisonte en este mismo techo. Durante el Auriñaciense, se tallaban animales en marfil de mamut y se tocaba música con flautas hechas con huesos de pájaros en cuevas de Alemania; en Francia, leones y otros animales están pintados con carboncillo en la cueva Chauvet; A 12.000 kilómetros de distancia, en Indonesia, se han encontrado en una cueva de Sulawesi animales, manos y carteles pintados de ocre rojo. Así, el arte más antiguo conocido se expresa como un arte completo, evolucionado, que presenta una gran diversidad técnica, temática, estilística y conceptual.
Enigmáticas señales rojas
En Altamira, tras este cartel rojo y varios grabados, en el gravetiense y el solutrense –hace entre 22.000 y 26.000 años– se pintan manos y series de puntos, y el techo se puebla de caballos rojos. Varios caballos se encabritan y dos parecen enfrentarse, vestidos como machos celosos peleándose por una yegua. Los pintores de este período nos dejaron un legado aún más enigmático. Más dentro de la cueva, una grieta de 1 m de ancho y 5 m de largo está tachonada de señales rojas; en la parte superior hay un cartel compuesto por cuatro óvalos cloisonné. A 1 m de altura, en la parte inferior de una cornisa está pintado un cartel rojo de 3 m de largo y casi 50 cm de ancho, formado por largas líneas paralelas que se cruzan con líneas transversales. Hay que agacharse o tumbarse en el suelo para verlos en su totalidad, y la estrechez del espacio no permite que más de dos personas puedan contemplarlos.
En el Magdaleniense, hace entre 20.000 y 15.500 años, toda la cueva estaba llena de ciervas y ciervos tallados; los machos tienen astas de múltiples puntas, cabeza erguida y boca abierta:rebuznan durante el celo en otoño. En la última galería se encuentran grandes motivos ovalados reticulados (que evocan una red), así como máscaras:líneas simples que forman ojos, una nariz o una boca están trazadas al carboncillo sobre rugosidades naturales.
La hora del bisonte
Luego, el techo fue ocupado por el bisonte policromado. Varios de ellos fueron creados a partir de grandes protuberancias naturales que se ajustan a la figura dando volumen al cuerpo o parte de él (el pecho o la cabeza). Se pintaban de negro y rojo con trozos de carboncillo y ocre a modo de lápices o tizas, o con polvo mineral diluido en agua. La pintura roja cubre completamente la roca salvo zonas que forman una línea marcada que separa y distingue las piernas del cuerpo y aporta profundidad y volumen a las figuras. La infiltración y condensación del agua sobre las pinturas disolvía los pigmentos, que caían al suelo, dejando entrever la roca bajo el color de las siluetas, estas últimas se desvanecían y formaban un vidriado; sin embargo, esta no es la técnica del pintor, sino el resultado de la degradación natural. Es pues el agua la que transforma estas representaciones en figuras policromadas que, inicialmente, eran bicromas en rojo y negro.
Los pintores de Altamira supieron aprovechar los salientes naturales del muro para pintar allí los vientres de ciertos animales y así darles relieve.
Los bisontes están inmóviles, tumbados en el suelo y rumiando, o encorvados y girando la cabeza; son machos y hembras adultos. ¿Es una manada o una escena? Al igual que el ciervo, el bisonte europeo, que sobrevive en los bosques de Polonia y Rusia, se agrupa en manadas durante el celo para reproducirse. Estas cifras pueden representar fertilidad o madurez. Recordemos que, en nuestras sociedades, el paso a la edad adulta y la reproducción dan lugar a ciertos rituales, como aquellos, profanos o sagrados, que hoy acompañan el paso a la mayoría de edad y las bodas. Junto al bisonte, y en estos dos colores, se representan dos caballos y una cierva cuyo vientre coincide con un saliente natural de la pared, como si estuviera lleno. ¿Es este el mismo tema otra vez?
Los bisontes posteriores se dibujaban al carboncillo presionando hacia abajo para trazar las líneas negras de los contornos, las patas o ciertos detalles como los ojos y el hocico, y con la mano más clara o extendiéndola para obtener los tonos grises del pecho y la grupa y Dar volumen a la forma. Son dibujos al carboncillo, una técnica que quedará algo olvidada después de Altamira antes de reaparecer… en el Renacimiento. Los artistas utilizaron su destreza para representar fielmente la forma y las actitudes de los animales, por lo que parece apropiado llamar naturalista al arte paleolítico. Junto a figuras claramente vinculadas al mundo de la naturaleza, aparecen formas abstractas, alargadas o reticuladas. Se puede suponer que estos grupos humanos conocían y compartían lo que representaban estas figuras, los pensamientos o ideas relacionadas con ellas, las historias asociadas a ellas.
Un vínculo entre arte y naturaleza
¿Por qué se hicieron estas pinturas rupestres? Si no podemos cuestionar a sus autores, tenemos una pista importante:la elección de la roca, su forma, su relieve y sus grietas, tal o cual detalle de la pared o del techo. Esta fusión entre roca y pintura es más que un detalle característico del arte parietal:es un gesto intencional que une estrechamente naturaleza y creación plástica y simbólica. Es el caso de los bisontes de Altamira, que están pintados sobre grandes protuberancias naturales y cuyos contornos son trazados por las asperezas de la roca. Así, el arte rupestre nos deja ver la unión de la vida y la roca inerte, el vínculo entre las figuras creadas y su modelo natural, entre el arte y la naturaleza. Esta expresión también puede vincularse al animismo de las sociedades cazadoras-recolectoras, que personifican elementos de la naturaleza, dotados de inteligencia y voluntad.
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A diferencia del conocimiento racional o científico, el arte es una forma de conocimiento emocional y expresión social, que quizás luego se utilizó para comprender y explicar la naturaleza y el lugar que ocupa el hombre en ella. Quien diseñó las máscaras en lo más recóndito de Altamira dio un rostro a quienes estaban allí, medio escondidos en la realidad, en esa parte de la naturaleza que grupos de cazadores-recolectores conocen porque lo piensan, lo imaginan o lo sueñan. P>
¿Una cueva dedicada al chamanismo?
Quienes modelaron estos seres en la piedra o los bisontes en el techo, quienes crearon estas imágenes, fueron quizás intermediarios entre el grupo y los demás seres de la naturaleza. Intermediarios como los chamanes siberianos:Se ha planteado la hipótesis de que el arte paleolítico es la encarnación del viaje imaginario resultante del éxtasis chamánico, durante el cual el chamán entra en contacto con el mundo de los espíritus. Mediadores como sacerdotes, personas que gozaban de gran prestigio, guardianes del pensamiento mítico de su comunidad.
El arte paleolítico ofrece un bestiario concreto, un repertorio de imágenes que debieron estar ligadas a una tradición oral, a relatos de carácter mítico, lo que explicaría su coherencia y presencia en el paisaje europeo durante milenios. Este arte parece habernos legado los iconos de un código, pero sin ninguna de las palabras que acompañan a estas imágenes y sin dejar rastros del código. Hace 10.000 años, los cambios climáticos del Holoceno alteraron la vida de los cazadores-recolectores y relegaron al olvido el arte de las cavernas. Las cuevas de la Europa paleolítica dejaron entonces de ser un espacio de mitos y ritos antiguos para volver a convertirse en simples cavernas.
Más información
• ¿Qué es el arte prehistórico? , P. Paillet, CNRS Éditions, 2021.
• Nacimiento de la vida. Una lectura del arte parietal, M. Lorblanchet, Rouergue, 2020.
Creación versus evolución
Marcelino Sanz de Sautuola descubrió Altamira cuando no se había visto nada parecido, y publicó los resultados de sus investigaciones en 1880:es arte paleolítico. Presenta datos y argumentos científicos irreprochables, pero los prehistoriadores no aceptan que un arte tan antiguo sea de tal magnitud y calidad, que sería incompatible con la evolución del linaje humano. Por otra parte, los creacionistas, para quienes el relato bíblico de la Creación es un dogma indiscutible, aceptan sin dudar la antigüedad de Altamira, viendo en ella la prueba de que Dios creó al hombre unos miles de años antes dotándolo de facultades intelectuales y artísticas. . No fue hasta el descubrimiento de varias cuevas adornadas con arte paleolítico en Francia que Altamira y Sautuola ganaron el reconocimiento de todos.
La lámpara de médula
Entonces, ¿cómo se iluminaron los pintores del interior de Altamira? Pedro Saura y Matilde Múzquiz, especialistas en arte prehistórico y pintores neorupestres, aprovecharon los hallazgos arqueológicos para producir luz como hace 15.000 años, utilizando médula ósea de animales como combustible y fabricando una mecha con briznas de hierba seca enredadas.
Rostros en la roca
En el fondo de la cueva de Altamira, en la "cola de caballo", los relieves de la roca se transforman en cabezas alargadas de animales o, más pequeñas, en rostros humanos. Son lo que los paleontólogos han llamado "máscaras". Bastan unos toques de negro y el juego de sombras y luces de la lámpara para sugerir ojos, cejas o un hocico, para que surjan rostros borrosos. El carbón y la luz, un artificio hábilmente controlado por el hombre, son suficientes para aclarar lo que había debajo de la roca, para entrar en relación con otros seres y otras realidades. Esta capacidad de hacer visible lo invisible permite calificar de sacerdotes a quienes pintaron y grabaron en Altamira –chamanes, mediadores, intermediarios (oficiantes en definitiva)– que, para cumplir su oficio, necesitaban dominar las técnicas artísticas. Así transformaron la materia inerte, la roca, en materia viva.
• María Justina Sanz de Sautuola y Escalante (1870-1946), que había descubierto las pinturas de bisontes de Altamira, fue visitado en 1902 por el prehistoriador francés Émile Cartailhac, deseoso de disculparse por haber negado la autenticidad de las pinturas, posición compartida por la mayoría de la comunidad científica. br />• El arqueólogo francés Gabriel de Mortillet influyó en la negativa a admitir la autenticidad de las pinturas de Altamira descubiertas por Émile Cartailhac:sería una maniobra de los jesuitas españoles "para poder perjudicar a los paleoetnólogos demasiado crédulos", y subrayar así la falta de rigor de los prehistoriadores.
• El ingeniero francés Édouard Harlé, enviado a Altamira por el IX
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Congreso internacional de antropología y arqueología prehistórica celebrado en 1880, visitó la cueva y en 1881 publicó un informe negando la autenticidad de las pinturas, contribuyendo así al olvido de la cueva y al descrédito de Marcelino de Sautuola.
• Entre 1890 y 1901, En Francia se descubrieron las cuevas de La Mouthe, Combarelles, Pair-non-Pair, Mas-d'Azil y Font-de-Gaume. Todos ellos contienen arte paleolítico, confirmando así la existencia de seres humanos que, hace miles de años, como en Altamira, legaron un sorprendente testimonio artístico de la Edad del Hielo.