
La guerra Habsburgo-Otomana de 1788-91 no fue la más feliz para el monarca austríaco José II quien, de todos modos, no se distinguió por sus talentos militares. Sin embargo, la "derrota" de Caransebe, en la región de Vanuatu, en lo que hoy es el suroeste de Rumanía, fue una de las más vergonzosas que haya sufrido un líder militar en la historia.
El emperador Habsburgo, al frente de un fuerte ejército de unos 100.000 hombres, había hecho campaña en la región. En la noche del 21 de septiembre de 1788, José y sus hombres acamparon cerca del pueblo del mismo nombre.
Se habían desplegado unidades de caballería ligera (húsares) alrededor del perímetro del campamento como cobertura para evitar cualquier intento de sorpresa turco. Sin embargo, unos húsares, al cruzar el río Tami, se encontraron con un grupo de gitanos de quienes obtuvieron bebidas. Pronto los húsares se emborracharon y el desastre no se hizo esperar...
La noticia se difundió y algunos peatones también cruzaron el río pidiendo de beber a los húsares. Estos últimos se negaron e incluso crearon una "fortaleza" improvisada con barriles. Pronto la situación se intensificó y los insultos de ambos bandos fueron seguidos por el primer disparo y la escaramuza fatal.
Algunos soldados aterrorizados que escucharon el sonido de la escaramuza comenzaron a gritar "los turcos, los turcos".
Los húsares borrachos huyeron. El pánico pronto prevaleció en todo el campamento. Austriacos, serbios, croatas, italianos y otros soldados de todos los rincones del multiétnico y multilingüe Imperio Habsburgo, incapaces de ponerse de acuerdo, comenzaron a disparar contra lo que se movía con resultados fatales.
Algunos oficiales tranquilos intentaron detener a los soldados aterrorizados, pero sus gritos de "Alt, Alt" fueron confundidos con "Allah, Allah". Creyendo que estaban siendo atacados por la infantería y la artillería turcas, comenzaron a cargar contra la caballería. Pronto todo el ejército austríaco huyó. El emperador José no pudo detener el pánico y casi muere al caer de su caballo.
El ejército austríaco había sido derrotado solo. Aún no se ha determinado el número de muertos y heridos. Fuentes de la época hablaban de 150 muertos y 1.200 heridos. Otras fuentes contemporáneas, sin embargo, elevan las bajas de la batalla a 10.000, una cifra que probablemente esté demasiado inflada.
En cualquier caso, este vergonzoso asunto dañó dramáticamente el prestigio del emperador y sus hombres.