El Alto Perú estuvo adscrito al Virreinato del Río de la Plata desde 1776, cuando se separó del Perú. El mando español sabía que contaba con la simpatía de los criollos, temerosos de una revuelta racial de quechuas y aymaras.
Los estudiantes universitarios de Chuquisaca (actual Sucre) encabezaron un levantamiento que tuvo algunos éxitos iniciales. En La Paz, Pedro Domingo Murillo y fray Antonio Medina tomaron el poder y lanzaron una proclama radical, pero las tropas del virrey Abascal los capturaron y ejecutaron.
Sin embargo, la Constitución de 1812, que buscaba imponer una turba encabezada por los hermanos Angulo, logró pocos adeptos. El jefe Mateo García Pumacahua, que había servido en el ejército realista de Abascal, se rebeló y, tras tomar varias ciudades del Alto Perú, fue ejecutado por el general Pezuela. Lo mismo pasó con los hermanos Angulo. Abascal amnistió al resto de independentistas.
En 1823, un mestizo paceño, el general Santa Cruz , invade el Alto Perú pero, al carecer de apoyo, retrocede hacia el norte.
Un español absolutista, Antonio Pedro de Olañeta , recibe el mando del Alto Perú al tener que enfrentarse a las tropas de Bolívar, los generales realistas Valdés y Canterac. Lo que Olañeta pretendía era establecer una monarquía absolutista, por lo que en 1824, al enterarse de que Fernando VII había restaurado el absolutismo, destruyó el constitucionalismo en el Alto Perú, se amotinó contra el virrey La Serna y creó un régimen a su medida.
El general Valdés, enviado a sofocar el movimiento, firmó el Tratado de Tarapaya (9 de marzo de 1824), por el cual Olañeta se comprometió a obedecer al virrey del Perú y enviar tropas de socorro contra Bolívar, pero Olañeta violó el acuerdo y se proclamó comandante en jefe de las provincias del Río de la Plata, lo que provocó el estallido de Guerra civil entre los libertadores del virrey La Serna y los fundamentalistas de Antonio de Olañeta. Los insurgentes estadounidenses fueron los únicos ganadores. Olañeta privó a Canterac de los servicios de Valdés en la batalla de Junín (6 de agosto de 1824) con la que evacuaron el Alto Perú, dejando a Olañeta el camino abierto.
La aristocracia criolla se suma a Sucre y Bolívar y decide abandonar la causa española y buscar una alternativa para conservar su dominio político y socioeconómico y el control de la fuerza laboral indígena.
Olañeta ingresa a Chuquisaca (11 de febrero de 1824) donde proclama la monarquía absoluta. Simultáneamente los ejércitos realistas de La Serna y Canterac son derrotados en la decisiva batalla de Ayacucho. Su vencedor, el mariscal Sucre, libera el Alto Perú, negocia con Olañeta y liquida los últimos reductos (como Potosí) del poder español en la montaña. La aristocracia criolla se une a Sucre y Bolívar y abandona a Olañeta, quien cae mortalmente herido en la batalla de Tumusla.
9 de febrero de 1825 , Sucre decreta en La Paz la independencia del Alto Perú. Bolívar no aprobó el proyecto, temeroso de los reclamos de Perú y Argentina, pero cambió de opinión y optó por convocar una Asamblea en Chuquisaca (10 de julio de 1825), elegida por sufragio censal. La oligarquía terrateniente criolla ratificó la independencia el 6 de agosto de 1825 y adoptó para su país el nombre de Bolívar, modificado luego como Bolivia, en honor al Libertador.
El gobierno quedó en manos del mariscal Sucre. Bolívar promulgó una Constitución que estableció una presidencia a perpetuidad, abolió los privilegios sociales y emancipó a los esclavos. Sin embargo, los criollos no quisieron estas reformas y pronto regresaron la discriminación y las desigualdades.